La gratitud por los detalles.
La rutina, las responsabilidades y el apuro de la vida en la actualidad hace pasar desapercibidos los milagros cotidianos, y los regalos que emergen en el día a día. Hemos naturalizado caminar hasta alcanzar algo que deseamos; sentir el gusto de lo que comemos, poder tomar agua... Ni hablar de la maravilla de practicar el ejercicio. Poder cepillarse el cabello, o sujetar una lapicera para escribir. Estamos cansados, tan cansados que ni siquiera disfrutamos de ver una vez más el sol; disfrutar del aroma del café, del sonido de los pájaros; poder leer un libro, o simplemente poder mandar un mensaje a las personas que amamos. ¡Somos tan afortunados! La automatización con la que vivimos hace que perdamos de vista lo trascendental, lo profundo. Lo que nos hace ser personas. Conectarnos con nuestra propia humanidad y ser conscientes de cómo funcionamos. Hasta a veces molesta que personas disfruten de esto. ¿Por qué será? ¿Acaso molesta porque confronta con nuestra propia manera de vivir?
Como humanos poseemos la capacidad de poder ser conscientes de lo que hacemos. Tomar consciencia implica responsabilidad. La responsabilidad se vincula al temor, porque en nosotros está siempre presente esta cuestión de culpa. Saber que no hemos hecho lo que "deberíamos" haber hecho, genera malestar y tensión interna, por ende, es mejor hacer de cuenta que "no pasó nada". Esta "desvinculación" juega un papel de resguardo, en donde nos mantenemos "seguros", lejos de toda sensación de no hacer "lo suficiente". Muchas veces poder desarrollar el potencial interno implica responsabilidad, y, por tanto, es más seguro habitar lo conocido que desplegarse y naufragar en terrenos no familiares. No obstante, muchas veces, el malestar implícito en la homeostasis que sostenemos desde nuestra cotidianidad, produce un mayor malestar crónico que el hecho de poder incursionar en lo que no conocemos...Pero acá emerge de nuevo la culpa, porque la responsabilidad hace eco de lo que de alguna manera con aquello que se espera de nosotros, y tiene un enfrentamiento bélico con aquello que nosotros pensamos y creemos de nosotros mismos.
En este ruido, tanto ruido, nos olvidamos de lo sencillo que es vivir. De amar lo que hacemos, mientras vamos amando crear un nuevo escenario donde desplegarnos. Disfrutar de un día más "para"; y a tu motivo lo construís vos, con tus decisiones, a cada rato. Nadie es más responsable que uno mismo de construir la vida que desea vivir. Que cada día sea el milagro por el que des gracias, por el simple hecho de levantar los parpados a una nueva oportunidad, sí, esto también depende de cada uno. Porque no hay nada más personal que la actitud con la que decidís encarar un nuevo día.