¡Animarse a crecer!

11.08.2023

Animarse a crecer implica poder hacernos cargo que donde estamos y cómo estamos no es lo que queremos para nuestras vidas. Esto implica un movimiento, un riesgo, un salirnos de la quietud de lo conocido, y adentrarnos en el terreno de lo incierto.

Crecer implica asumir responsabilidades, las cuales pueden ser de diversa índole, pero en este caso puntualmente quiero hacer referencia a la responsabilidad afectiva. Ser responsables afectivamente implica ubicarnos en el aquí y ahora y ser consciente de cómo me relaciono conmigo misma/o y con los otros. Sin esto como base, difícilmente podamos responsabilizarnos sobre cómo vivimos nuestra afectividad. Al vernos imposibilitados para asumir nuestra condición, somos susceptibles de utilizar mecanismos que muchas veces son poco adaptativos, teniendo como consecuencias la fragilidad vincular y el malestar emocional. Terminamos permitiendo el maltrato, la deshonra, la mentira, debido a que simplemente no podemos dejar de hacerlo. Pese a que las implicancias que devienen de tales conductas, son dañinas al corto, mediano y largo plazo, son conductas que se sostienen porque se carece de recursos para hacer los cortes necesarios.

La responsabilidad afectiva implica poder lidiar con mis propias limitaciones, y que las mismas no sean motivo de conflicto con uno mismo, sino más bien, que sean vividas como parte de mi persona y que representen un buen punto de partida al cambio al que se apunta.

El trabajo terapéutico favorece la concientización de la situación, de la condición emocional y de las propias limitaciones, lo cual posibilita el asirse de herramientas y recursos que ayudan en la cosmovisión cotidiana