¡Cuidado con envenenarnos!
Hay un veneno que comemos... Lo comemos cuando estamos enojados, y elegimos no perdonar, creyendo que al hacerlo somos "fieles" a nosotros mismos, amalgamando el concepto de dignidad con una porción de orgullo. Esto dista de la verdadera realidad...El perdón tiene que ver conmigo, con mi libertad en el alma. Con andar liviano por la vida. Tiene que ver con poder aceptar y amigarme con esas partes que anidan en mi interior que no me gustan, que resuenan a angustia o tristeza... O tienen sabor a dolor, a abandono.
Hay veneno cuando decidimos quedarnos en esos lugares donde no avanzamos, donde estamos varados en un espacio de malestar, de inseguridad y de temor. Nos envenenamos cuando hablamos mal de alguien, cuando nos resentimos, cuando nos tatuamos el corazón de impotencia y buscamos hacer las cosas de manera justa a nuestros ojos. Nos envenena el no amarnos y no amar. Nos envenena el egoísmo, el no reconocernos fallados o necesitados de un otro. Estamos ensimismados por temor al dolor, a sufrir, a padecer injusticias. Tanto encierro en uno mismo ha llevado a desconocer quienes y cómo somos. El juicio al otro, la falta de misericordia y bondad son moneda corriente en la cotidianidad actual...
Nos estamos envenenando cada día que elegimos no mejorar un poco más, o que elegimos permanecer en lugares o posiciones mentales que no permiten el avance hacia una mejor versión de uno mismo.